martes, 27 de mayo de 2014

Concurso Abracadabrantes

¡Hola seguidores y lectores! Espero todos estén muy bien y gozándola. Estaba un poco indecisa en crear esta entrada, pero me he animado. En marzo anuncie un concurso realizado por Elle en su blog Abracadabrantes, logré hacer mi relato "Cola de pez" y lo envie quedando entre las diez finalistas. Les agradecería como no tienen una idea que se pasen por la página y lean todos los relatos, dejando su voto a través de un comentario al que más les guste. Evidentemente no pediré que voten por mí, pero me encantaría que lo leyénse, igual se hacen una idea de mi estilo ya que "La caja de la perversidad" esta condenadamente larga y lenta jajajaja... Sin más, me despido dejando el link a la página


Un gracias de antemano y un... ¡abrazo!

viernes, 23 de mayo de 2014

Liebster Award

¡Hola seguidores y lectores! Ésta es la primera ocasión en que me nominan a un Liebster Award, qué emoción. Muchísimas gracias a Noodle y su blog http://nokava.blogspot.com/. Las reglas oficiales son las siguientes:

1. Debes Tener ya un Liesbter para poder Nominar a un total de 5 ó 11 ó 20 Blogs 
Dependiendo del abarcamiento de su Blogs, escoge el numero de Nominados
2. En Los Liebster se es Nominado entre las selecciones de algún Blogger ya ganador de uno y que nomine a cierta cantidad, estos nominados se convierte en ganadores al momento que respoden las preguntas que se le han señalado y nomina a otros blogs, de inmediato ya es ganador de un Liebster Award.
3. Al Ser Nominado a un Liebster, debes Seguir al Blog que te otorgó la Nominación
4. Luego de Seguir Al Blog que te Nominó debes contestar exactamente 11 preguntas que te realiza el Blogger ó escribir 11 cosas sobre ti, es decisión del Blog que te nomina si te realiza 11 preguntas ó pide saber 11 cosas sobre ti ó las realiza ambas.
5. Al Ser Nominado debes visitar cada uno de los otros Blogs con los que fuiste Nominado y si deseas seguirlos
6. Al Momento en que Nominas a tus 5 ó 11 ó 20 Blogs debes hacerles saber de su Nominación, utiliza plataformas como comentarios en sus Blogs y comunicarles ademas via Twitter y Facebook, en Twitter puedes mencionar si deseas a @LiebsterAwards para dar prestigio a tus Nominaciones
7. De Esta Forma Continuas la cadena, Nominando a 5, 11 ó 20 Blogs, estos a su vez Nominan a cierta cantidad de estos tres digitos señalados


Las preguntas son las siguientes:
1.- ¡Rápido, escribe la primera palabra que se te ocurra!
Hola jajaja.
2.- Cuando respondas esto fíjate en la hora que marca tu reloj y anótala.
21:56
3.- Manda un saludo a tu público bloggero.
Antes que nada, muchísimas gracias a quiénes me siguen o se pasan por acá, un fuerte abrazo para todas y todos.
4.- ¿Programa favorito de TV?
Ergo proxy, en general cantidades inumerables de animes.
5.- A tu consideración. ¿Cuál ha sido la mejor adaptación de un libro a película?
Tristana.
6.- Mochila, bolsa o morral.
Morral.
7.- Estás en la luna, ¿qué haces?
Buscar la manera de llegar a Marte.
8.- Te habla un perro, ¿qué respondes?
Te amo.
9.- Cuando se te va la señal del internet, ¿cómo actúas?
Cierro mi computador y deseo que no sea producto de falta de pago.
10.- Nombre de tu revista favorita.
Muy interesante.
11.-  ¿Cómo festejas el que hayas terminado de responder las preguntas XD?
Con un chocolate =D.

La siguiente es la imagen del premio, debe ser compartida con los nominados y a la vez ganadores...

Y ahora, los nominados =D



Ahora bien, las preguntas son las siguientes:

1. ¿Cuál fue el primer libro que leíste?
2. ¿Quién es tu escritor favoritos?
3. ¿Cuál género literario prefieres?
4. ¿A qué edad descubriste tu gusto por escribir (o leer)?
5. ¿Cuál es tu película favorita?
6. ¿Según tu gusto, en cuál década se ha hecho el mejor cine?
7. ¿Quién es tu director favorito?
8. ¿Cuál, para ti, es el mejor género en el cine?
9. ¿En qué país vives?
10. ¿Cuál país te gustaría conocer?
11. ¿Dulce o salado?

sábado, 17 de mayo de 2014

Personajes: Sebastián y Macarena

¡Hola lectores! Pues después de mucho pensarlo, he decidido crear la siguiente entrada para darles a conocer los dos personajes principales de la novela que actualmente publico "La caja de la perversidad", ojalá se animen a leerla, las entradas están un poco largas, no preeví hacerlas más cortas (mea culpa).

La historia gira en torno a varios personajes, más que nada personas con un vínculo al protagonista, Sebastián, más adelante, tal vez, me dedique a escribir un poco sobre ellos, no son seres sin importancia jeje, pero sin duda, los dos protagonistas se llevan la mayor parte de líneas, párrafos y páginas (y que conste, a mi me encanta escribir historias donde no tan solo los protagonistas llevan las riendas, sin embargo, ésta en particular, requiere la escases de intervenciones del resto de personajes)

Sin más palabras, quiero presentarles a...

Sebastián: La historia se entremezcla entre el pasado y el presente por lo que en unos capítulos Sebastián tendrá 22 años y en otros 30 años. Joven de rubios cabellos, iris verdes, anteojos cuadrangulares, tez blanca porcelana. Profundamente enamorado de Macarena, con quién ha vivido durante 8 años. Trabaja como corrector de textos. Da la apariencia de ser una persona sincera, protectora y nada superficial; sin embargo, ¿siempre ha sido así? Un suceso terrible le ocurre a los 22 años, en un recorrido por su vida, se descubrirá el enredo en que se ha metido.

Macarena: La novia de Sebastián desde hace 8 años, un año menor que él. De ondulados, largos y negros cabellos, tez morena clara, carnosos labios y párpados caídos, sufre de vitíligo en su rostro, lo que le ha destruido la autoestima, parece desconfiar del amor de Sebastián, sin embargo, el joven es la única persona que en su mundo existe.

He hecho un pequeño dibujo de los protagonistas...



También quería dejar la canción "Everybody's is gotta learn sometime" versión Beck, me ha acompañado en el proceso de creación...



Y sin más me despido, un post diferente he hecho, vaya si no. Un abrazo y un gracias por dedicarse a leer mis ocurrencias.

lunes, 12 de mayo de 2014

La Caja de la Perversidad II parte 3

¡Hola a todos! Bienvenidos a la sección dedicada a la novela: "La caja de la perversidad", terror y erotismo se entrmezcla en ésta original historia, advierto...


Cualquier comentario es bienvenido y bien agradecido, sobre todo si son relativos a la trama de la historia, a disfrutar...

Capítulo II Parte 3

Arribaron al pequeño apartamento de Sebastián. En definitiva pequeño. Una área redonda con un diámetro de 8 metros, ocupada por una cama matrimonial que en la mañana habían compartido Sebastián y Macarena, daba la bienvenida al humilde hogar. Al lado izquierdo de la cabecera y cerca de la puerta de entrada se hallaba un televisor mediano de pantalla plana sobre una mesa de madera de no más de un metro, del lado contrario, un clóset de madera con dos puertas horizontales, eran los elementos que componían la primera estancia. Tres puertas alrededor, una escondía la cocina, otra un pequeño estudio y la tercera el único baño. Los diseñadores del cuarto que fungía como apartamento jamás lo visualizaron de aquella manera, sin embargo era la más funcional para ellos.

Macarena ingresó al apartamento antes que Sebastián, quien paralizado en la puerta, con los párpados caídos y los labios entre abiertos observaba a la muchacha de ondulados cabellos dirigirse al clóset, abriéndolo y extrayendo una playera blanca doblada en uno de los apartados del interior, así como dos sandalias en el área inferior del mismo. Cerró el clóset. Con cierta angustia el joven con anteojos observó a su pareja internarse en el baño.

Después de un suspiro, Sebastián caminó hacia el lado izquierdo de la cama, se quitó los tenis y tomó asiento sobre ésta, estirando su pierna derecha encima del mueble para dormir. Giró su cabeza a la derecha, su mirada se perdió en la ventana al lado del clóset, a través de ella se observaba la calle, su apartamento ocupaba parte del octavo piso.
—Macarena, mis padres son idiotas, por eso mismo no me interesa lo que piensen, si los escuchase me convertiría en idiota —dijo Sebastián en voz alta para que ella le escuchase, se quitó la sudadera negra, tenía una camisa café con cuadros debajo de ella—. Y no soy un idiota, están fastidiados porque he evolucionado y ellos no; ¿sabes?, creo que existen estructuras oligárquicas secretas a las que les beneficia engañar a los seres humanos, encaminarlos a que piensen como conviene a sus deseos egoístas, marionetas sin un gusto propio, se permiten influenciar en la toma de decisiones. Los he descubierto, he descubierto el porqué la tierra se plaga de gente inconforme y vana, por eso yo no soy así, yo a ti te amo profundamente.

Macarena salió del baño, vestía solo la playera blanca. Ella le sonrió a Sebastián, quien al verla se colocó de pie; el muchacho desde el cuello empezó a desabotonar su camisa. La joven de cabellos ondulados parecía tan tranquila y serena, no habían rastros de daño producto de comentarios hirientes.
—Una parafilia tal vez —dijo Macarena, caminó hacia el lado derecho de la cama, tomando asiento mientras observaba hacia la ventana y el clóset.
—¿Qué dices? —preguntó Sebastián después de reír, se quitó la camisa.

El joven rubio caminó alrededor de la cama hasta ubicarse frente de Macarena. Ella elevó su mirada por un segundo, él se agachó, hincándose solo con la rodilla izquierda, sus rostros quedaron frente a frente. Él puso sus manos sobre las suaves piernas de la joven.
—Dices que me amas y que eres diferente, pero no siempre ha sido así… —dijo Macarena bajando la mirada.
—¿De qué hablas? —preguntó Sebastián confundido, tomó de las manos a Macarena y le dio un beso a cada una—. Tal vez… —Sebastián observó directo a los ojos a Macarena— un tiempo dejé que esa estructura oligárquica, controladora y superficial me cegara, pero desde que te conocí desperté.

Ella sonrió forzadamente, él la observó con cierta preocupación y extrañeza.
—¿Tú no me crees? ¿Después de todo este tiempo?
—No es eso —dijo Macarena aún sin verlo a los ojos a pesar que él no había desapartado su mirada del rostro de ella—. Existimos muchas personas en el mundo que no nos aproximamos a las expectativas sociales para ser consideradas agraciadas, tal vez debería ser más fuerte y despreocuparme por la aprobación de otros; la verdad no me extraña lo que pasó con tus padres, aunque esperaba algo diferente, lo más doloroso es sentir que me amas y no entenderlo.
—¿De qué hablas pequeña? No digas tonterías, ya te dije que no soy ningún idiota —dijo Sebastián, tomando el rostro de Macarena entre sus manos y sonriéndole.

La pareja se observó a los ojos, eran diferentes físicamente, aunque eso no era difícil, al fin y al cabo eran un hombre y una mujer. Después de unos segundos sin hablar, él tomó la iniciativa y acercó sus rostros, besándola en los labios. Inclinaron sus cabezas en direcciones opuestas, saboreándose también con la lengua, intercambiaban fluidos orales. Ella tomó los anteojos de él, separándose por un breve segundo para permitir la acción. Sebastián volvió a besarla con delirio, ella sostenía las gafas de él con la mano izquierda. Él succionaba los labios de ella y viceversa, conduciéndola a recostarse de los glúteos a la cabeza sobre la cama, la joven estiró sus brazos a los lados aún sin soltar los lentes del rubio.

En ningún momento el joven de iris verdes dejó de besarla, Sebastián se colocó sobre ella, levantándole la playera con la mano izquierda para acariciar su muslo y glúteo, no tenía bragas. Con su mano derecha, Macarena buscó desabotonarle el pantalón.

La madre de Sebastián, Ximena, colocaba papel aluminio sobre los platos con restos de comida, para guardarla y preservarla. Dentro de la cocina limpiaba y ordenaba el desastre dejado debido al esfuerzo requerido en la cena. Con el ceño fruncido lo hacía todo con desagrado y molestia.
—No puedo creer lo que hace Sebastián, pensaba que por ser la primera mujer en presentar se trataba de algo serio —decía Ximena en voz alta para que le escuchase su marido, guardaba un plato hondo de vidrio en el interior de la refrigeradora—. ¿José, por qué nos hace esto Sebastián?
—Es porque eres muy posesiva con él, le gusta desafiarte… —dijo el padre de Sebastián, José, mientras fumaba aún sentado en el mismo asiento que había ocupado en la cena.
—¿De qué hablas? ¡Eso no es cierto! —Ximena enrojeció del rostro sin parar de movilizarse en el interior de la cocina.
—¿Entonces qué más da si simplemente Sebastián decidió presentarnos a esa muchacha sin importancia?
—Han estado juntos por mucho tiempo, incluso comparten el apartamento de mi Sebastián, es decir, deseaba que ella fuese mi nuera…
—Tal vez te atemoriza pensar que lo sea…

Ximena después de oír a José paró sus actividades en el interior de la cocina. La señora rubia observó hacia su mano derecha inmóvil la cual sostenía un trapo blanco un poco sucio debido a su función de limpieza.

La atención de José fue interrumpida al escuchar un tenue crujido en el segundo nivel del interior de la casa. Casi terminaba uno de los tanto cigarros que había consumido en esa noche. Lo dejó en el cenicero. Sus oídos se concentraban en percibir algún otro sonido.
—¿Sabes José? Tienes razón amor, no puedo concebir la idea de que nuestro querido Sebastián, nuestro único hijo, vaya aparejarse con una mujer física e intelectualmente mucho inferior a lo que él se merece —mientras confesaba su sentir, Ximena con fuerza apretaba el trapo en su mano derecha, sus ojos parecían temblar, interiormente se desequilibraba.
—¿No escuchaste eso? —preguntó José, descubriendo la falta de interés por lo que su mujer le decía.
—¡¿No me escuchaste tú a mi José?! —molesta tiró el trapo dentro del lavaplatos, el calor dentro de su cuerpo subía, estaba realmente irritada—. ¡No soporto la idea de que mi amado Sebastián termine con una mujer fea, aprovechada y tonta! ¡Alguien que no le llega ni a los talones! —debido a la furia lágrimas emergían de sus ojos.
—La verdad ninguno de los dos me parece muy brillante, que desperdicio con esa su profesión…
—¡Eres un idiota! ¡No sé porque hablo contigo!

La luz tenue de la lámpara iluminaba la recámara en lugar de sala. Para él, el cuerpo de ella era perfecto. Su olor exterminaba sus neuronas, su capacidad de pensar.  Desnudos, Sebastián montado sobre ella aún conservaba los calcetines. El rubio se apoyaba con las palmas de sus manos sobre la sábanas, cada una de lado y lado de la cabeza de ella, cerca de la ondulada cabellera. Las rodillas y piernas de él se hallaban contra la cama mientras empujaba fuerte y profundamente su falo dentro de la vagina húmeda de ella. Macarena abrazaba con sus piernas la cadera de él, rosándole con sus pies los firmes glúteos del muchacho. Ella gemía mientras él le observaba. Ambos sudaban, aunque el joven más que la muchacha.

Con los ojos entre abiertos contemplaba con deleite como gotas de su sudor caían al rostro de ella, deslizándose hasta desaparecer en el cabello negro. Macarena cerraba sus ojos, el placer que sentía explotaba en el interior de su sexo y le recorría todo el cuerpo, similar a la sangre, le encantaba percibirlo en la oscuridad de su mente. Al oír los suaves gemidos de ella él se excitaba aún más, quería oírla gritar, percibir que se extasiaba por el placer.

Con agilidad, Sebastián se hincó sobre la cama, sosteniendo los muslos de Macarena para no permitir la separación de su miembro sexual con la vagina de ella. Levantó un poco la espalda baja y cadera de ella. Con actitud desesperada y varonil empujaba con más frecuencia y rápido ritmo su pene dentro de ella, los gemidos de ambos se elevaron. Él soltó la pierna izquierda de ella en una búsqueda para tocar y apretar el pecho izquierdo de la muchacha. La pierna izquierda de ella se sostuvo aferrándose a la cadera de él.

—¡No te pongas así Ximena! ¡Ayúdame a subir!

Ximena le daba la espalda a su marido que parecía inmóvil sobre el asiento que había ocupado toda la noche. La señora de rubio cabello aún se encontraba enrojecida de las mejillas, apretaba los puños, ceño permanentemente fruncido, estaba muy disgustada.
—En este momento no deseo verte José, me adelanto a la recámara, te espero arriba —dijo Ximena, caminando hacia el frente, saliendo así del comedor a la sala.
—Ximena…

José no tuvo más opción que observar a su esposa desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Quejumbró, le molestaba las reprendas de Ximena. Volteo hacia el bastón gris recostado contra la pared el cual cayó después de intentar alcanzarlo con su brazo izquierdo. Se tardaría un poco más que ella.

Al terminar de subir las gradas al segundo nivel, Ximena se topó con una puerta hecha de caoba, ingresó al cuarto tras de ésta girando la manija redonda de color dorado que servía como medio de comunicación entre el exterior y el interior de la habitación. Había sido un día agotador, Sebastián para ella era maravilloso, pero en ocasiones le provocaba terribles disgustos, después de todo, lo único que como su madre deseaba, era la felicidad del muchacho.

La habitación principal se componía por una cama matrimonial cubierta con un edredón blanco, tras ésta un respaldo de madera falsa, enfrente de ella un tocador de 1.50 metros de largo con cuatro cajones y encima un espejo con contorno de caracoles, una ventana al lado contrario de la entrada escondida tras unas cortinas beige. Sin maquinaria electrónica, la recámara daba la impresión de rústica.

Ximena sacó el único botón de su vestido del ojal ubicado justo atrás de su cuello. Sin percatarse en el techo de la habitación principal, arriba de la cama, una mancha negra empezaba a formarse. Como si surgiera del interior de un oscuro corazón, un agujero negro se hacía material sin que ella lo notase. Fondo o no fondo, en la oscuridad nada es perceptible, aquella mancha era imposible de explicar; humedad definitivamente no era… tal vez.

Todos los sentidos de Sebastián se deleitaban. El sexo como un acto de placer completo se disfrutaba aún más si la persona al lado es magnífica para el otro. Para el joven de rubios cabellos, Macarena era la mujer ideal, no importase lo que sus padres u otros opinasen.

Desnudos ambos, él sentado del lado contrario a la cabeza de la cama, con la piernas estiradas, ella sobre él con las piernas dobladas y abiertas para permitir la entrada del órgano viril del joven a su sexo. Sebastián daba el aspecto de estrujar el pecho derecho de Macarena mientras succionaba y mordía el pezón del contrario, su cabeza era cubierta con el ondulado cabello de la joven de tez morena.

Macarena movía su cadera en círculos originando más satisfacción en su pareja y ella. Buscaba la joven sentirle cada vez más en su interior, explotar todas las sensaciones de su sexo.
—Tu cuerpo me sabe delicioso… —murmuró Sebastián

Ximena vestida con un camisón largo de blanco color y una moña rosa en el cuello, se abalanzó de espaldas hacia la cama, estirando su cuerpo entre las sábanas, las que se arrugaban falsamente al soportar la presencia del ser humano.  Sin gafas ya no abrió sus ojos por lo que la mancha negra que sobre ella se encontraba desconocía. Inspiró, expiró, destinaría su cuerpo al descanso.

De la masa negra redonda que en el techo se había formado surgieron dos grandes manos. Horribles manos. Largas y delgadas, de venas pronunciadas, rojas, como si proviniesen directo del mismo Lucifer.  Ximena abrió los ojos, finalmente al percibir la extraña presencia. Pero era muy tarde. Las manos su cuello casi habían alcanzado.

Sin permitir que la madre de Sebastián gritara, la mano izquierda del ser rojo tomó del cuello a Ximena, cubriéndole también la boca. Los ojos de la señora rubia dieron la impresión de querer salir de sus órbitas. Nada podía hacer para defenderse de aquel estrafalario ente que su rostro no mostraba. Intento golpearle con sus desgastados puños, pero la mano roja libre le tomó el brazo izquierdo quebrándolo de tal manera que el húmero atravesó la piel. Sollozó sin que pudiera ser escuchada. El mismo procedimiento realizó la diabólica entidad con el brazo derecho de la mujer rubia. Luego las dos piernas de un solo. Los huesos de su carne salían, la invalidó totalmente.

Gritos imposibles de ser escuchados. Las manos rojas y venosas eran lo suficientemente fuertes para realizar aquel vil acto, un asesinato. Sin poder moverse, las manos elevaron a Ximena del cuello, buscaban introducirla junto con ellas en el desconocido interior del agujero negro. La cabellera y nuca comenzaron a ingresar, inmediatamente borbotones de sangre cayeron en los edredones blancos, como si de una hemorragia imparable se tratase. Entre más entraba el cuerpo a la extraña mancha negra, más sangre de ella escurría. Un chorro de agua roja a toda presión dejaba la madre de Sebastián al desaparecer. Sus pies se movieron durante breves segundos, la vida rápidamente la perdió, a pesar que el líquido rojo no paraba de ser escurrido sobre la cama, las sábanas se transformaron de color. Antes de que los pies se internaran también, cayeron sobre la cama, como cortados con una sierra. De Ximena no quedó más.
—¡Ximena! ¡Eres una ingrata! ¡No tienes idea…!

José molesto e ignorante de lo acontecido, reclamaba a su fallecida esposa. Al abrir la puerta vio tan espantosa y sangrienta escena, sus palabras fueron interrumpidas ante tal panorama. Gritó. José no pudo contenerse y gritó en un tono agudo. Tiró su bastón. Como si hubiese sido falso su falta de capacidad para andar, corrió lejos de la recámara. No era necesario quedarse mucho tiempo para entender el peligro que acontecía.

El corazón del padre de José no iba a resistir semejante susto, sus piernas tampoco. Cayó de las gradas a la vez que fue preso de un paro cardiaco. El susto puede causar la muerte, de eso no cabe la menor duda. Su cuerpo se detuvo hasta llegar a la sala, había tardado más en subir que en bajar. Lentamente el dolor de un corazón detenido le fue matando. Gimió sin poder gritar en voz alta. Su fin también había llegado.

Sebastián y Macarena sobre las sábanas aún fusionaban sus cuerpos. Ambos observaban los ojos del otro, de lado se abrazaban, la pierna derecha de ella sobre la izquierda de él. El joven de rubios cabellos acariciaba los glúteos de ella, permaneciendo en el coito que de movimientos fuertes fue poco a poco descendiendo hasta parar y el calor disminuir. A ambos les invadía un sentimiento de complacencia y agotamiento.

Lentamente Macarena se separó del sexo de Sebastián, dejó de aprisionarlo con su pierna derecha para cambiar de postura y rodearlo con sus brazos. Le abrazó cálidamente. Él acarició el cabello ondulado de la muchacha. Su sudor se mezclaba.

—Te amo Macarena.

sábado, 3 de mayo de 2014

La Caja de la Perversidad II parte 2

¡Hola lectores, seguidores! Tengo el placer de presentar la segunda parte del segundo capítulo (vaya gracia) de La caja de la perversidad, la novela que actualmente publico en este blog. No había tenido la oportunidad de subir más puesto que me he concentrado en escribir un par de relatos. Agradecería de sobremanera que si no han leído las partes anteriores le den una oportunidad, es una novela mezcla de terror y erotismo....

Capítulo II Parte 2

En la noche era la cita con la familia de Sebastián. A pesar de los años que llevaban siendo una consolidada pareja, Macarena no había tenido la oportunidad de conocerles.

En un condominio ubicado en una zona elitista por temporalidad limitada, ya que cual moda pareciera que los ricos juegan con sus peones cambiado de tableros a su antojo, vienen como se van de las áreas predilectas, se hallaban Sebastián y Macarena. El automóvil a sus espaldas, café de marca japonesa, de muchos modelos atrás, había sido compañero del muchacho incluso antes de conocer a quien hoy era su pareja. Él vestía un pantalón negro, una sudadera también negra y zapatos tenis azules; ella un vestido color azul real con un zíper por el frente que iba del cuello al ombligo y zapatos de charol con traba color negros. De pie en el cuadrado de cemento de 4x4 metros en medio del monte de altura corta, uno al lado del otro, inspiraban y expiraban. Ella entre sus manos tenía una caja sin tapadera la que en su interior poseía un pastel adornado con turrón azul. El ding dong del timbre anunció su llegada. Los dos en silencio esperaban con un sentimiento incomodidad y nerviosismo, parecía que pronto se someterían a un terrible examen o suplicio.
—Hola…

La puerta de caoba fue abierta por una mujer de 55 años de edad, cabellos rubios que llegaban a sus hombros peinados en un estilo bomba, iris avellana, anteojos de contorno rojo y un vestido corto de lino color verde claro. La sonrisa instintiva con la que abrió la puerta para dar el recibimiento fue poco a poco transformándose en un incómodo apretar de labios.
—¿Sebastián? —preguntó la señora, como quien duda de la identidad de la persona que al frente tiene.
—¿Qué sucede madre? ¿Ya te has olvidado de mi cara? —con una sonrisa Sebastián se acercó a la mujer, abrazándola, correspondiéndole ella sin modificar la expresión de incomodidad.
—Lo siento hijo —al separarse, la madre de Sebastián no hacía más que observar de pies a cabeza a Macarena, quién tímidamente le sonría. La señora se tocó la patilla izquierda de sus anteojos con la mano del mismo lado, el joven mostraba los dientes y elevaba las comisuras de sus labios, situándose al lado de la mujer de cabello abombado.
—Te presento a Macarena Valladolid madre… —Sebastián extendió su brazo derecho hacia Macarena, quien se acercó, saludando a la madre del joven con un beso en la mejilla y sin soltar el pastel.
—Mucho gusto doña Ximena —en tono bajo dijo Macarena.
—Hola muchacha —después de verla en todo momento con gesto serio, le sonrió por compromiso, apretando sus labios una vez más—. No me digas doña, me hace sentir vieja.
—Disculpe —Macarena se ruborizó.
—No importa, pasen adelante muchachos.

Ximena, madre de Sebastián, entró a la casa primero, dejando la puerta abierta para permitirles a los jóvenes seguirla. Macarena arqueó las cejas hacia abajo y escondió sus labios llevándoles al interior de su boca, con preocupación miró a Sebastián, quien en un intento por animarla y sin entender los sentimientos de la muchacha de largos cabellos ondulados solo le sonrió, la tomó de la cadera para caminar lado a lado e ingresar a lo que un día fue su hogar.

De bambú el piso, la casa se componía por dos niveles. La entrada iniciaba con una sala conformada por tres sillones; uno largo y dos individuales, el primero de color amarillo se hallaba contra la pared y cerca de los escalones que dirigían al segundo nivel, mientras que los dos individuales se situaban al extremo contrario y eran de un color gris. La sala sin duda alguna era un contraste. Las paredes macizas eran adornadas por fotografías en blanco y negro y a colores. En todas las de colores aparecía Sebastián de pequeño con o sin padres, y las de blanco y negro eran de adultos que Macarena no conocía; sin duda los padres de Sebastián, solo que mucho más jóvenes.

Al caminar por la sala Sebastián observó a Macarena, ella le devolvió la mirada, él le sonrió, quería asegurarse que se sintiera bien y tranquila, aunque posiblemente para ella era imposible.

Cruzaron a su derecha, llegando al comedor que no era separado por puerta alguna de la sala. La mesa para seis personas de forma rectangular ya tenía uno de los espacios ocupados; la cabecera. Un señor de 70 años, calvo, tez blanca con manchas negras, vestido con chaleco gris sobre una camisa blanca y un pantalón de vestir, fumando un puro, les esperaba. Sonrió mientras inhalaba tabaco, quemó rápidamente la punta en un cenicero. Al lado de un cuadro imitación de Saturno devorando a su hijo por Goya, un bastón se sostenía contra la pared.
—Hola papá —dijo Sebastián, él y Macarena se acercaron al señor calvo.
—Buenas noches —dijo ella.

La madre de Sebastián había cruzado una puerta deslizante de madera, dejándola abierta para desde afuera apreciarse la cocina de azulejos alegóricos a comida. Ximena terminaba de vaciar contenidos de sartenes dentro de amplios platos de plata.
—Hola jóvenes —dijo el señor riendo luego con cierta complicidad, le dio a su hijo un apretón de manos para después besar en la mejilla a la chica sin desplazar su cuerpo demasiado—. Siéntense, siéntense —con ademanes a través de los brazos, el señor señaló los asientos a su lado derecho.
—Gracias papá.
—He traído un pastel, puedo llevarlo a la cocina… —dijo Macarena, sonrió sin poder ocultar la ansiedad que en su interior se producía, colocó el pastel a una altura adecuada para que el padre de Sebastián pudiese apreciarlo.
­­—Sí hija, sería muy bueno, llévalo, llévalo —el señor con tres dientes frontales rió con singular picardía.
—Permiso —dijo Macarena, observó a Sebastián, quien tomaba el asiento vacío a la derecha de su padre, el joven de rubios cabellos le sonrió, parecía indicarle que fuera sin inconveniente a la cocina, que se sintiera en confianza, pero dejándola sola, no conseguiría ese sentimiento en ella.

Sin oponerse Macarena caminó a su derecha, tocó la puerta de madera anunciando su próxima cercanía a Ximena, la madre de Sebastián terminaba de servir pavo ya cortado sobre un plato. Vio y sonrió forzadamente a la muchacha de tez morena.
—Yo… como agradecimiento les he hecho un pastel, un regalo… —Macarena no sabía cómo expresar claramente su objetivo.
—Gracias, déjalo por ahí…

—Hijo, ¿pero quieres matar a tu madre? —por su lado, riendo con picardía, el padre de Sebastián dijo a su hijo, el rubio juntó las cejas frunciendo el ceño y elevó solo la comisura derecha de sus labios.
—No sé a qué te refieres padre —dijo Sebastián mientras el señor continuaba riendo.

Macarena dejó sobre la mesa de madera con un mantel blanco cubierta, el pastel, Ximena tomó entre sus manos el plato de pavo para caminar al comedor. Los platos individuales ya se encontraban colocados sobre la mesa.
—¿Le puedo ayudar en algo? —preguntó Macarena observando a Ximena partir.

Ximena dejó el plato en medio de la mesa sin responder, después regresó.
—No, mejor sal de mi cocina por favor, no me gusta que extraños ingresen a ella —dijo Ximena tomando entre sus mano otro plato amplio de plata solo que éste con lechuga y tomate encima.
—Disculpe.

Sonrojada Macarena salió de la cocina. Sentía calor producto de la vergüenza, jamás imaginó una respuesta así. Por un momento sintió que su garganta se quebraba y una pronta necesidad de dejar fluir sus lágrimas se aproximaba, sin embargo enmascaró sus sentimientos con una sonrisa y saliendo rápido de la cocina.

Sebastián volteo a verla sonriéndole, ella bajó la mirada, sin delatar su sentir, tomó asiento al lado derecho de Sebastián. Ximena pronto colocó un plato de puré al lado de la ensalada. Fue y regresó por un pichel de fresco natural sabor a jamaica.
—Por favor querida, te encargo el vino blanco —dijo el padre de Sebastián a Ximena, quien con una sonrisa regresó a la cocina, alcanzando de la alacena una botella con una virgen como marca—. Que alegre es tenerte por acá Sebastián —los dos hombres en el interior de la casa se sonrieron, Ximena dejó el vino al lado derecho de su esposo, tomando asiento a la izquierda de él.
—Por favor sírvanse —dijo Ximena.

Con una sonrisa todos en la mesa, quienes componían la pequeña reunión para la cena, obedecieron la recomendación de la señora de cabellera rubia. Sebastián esperaba que fuera una cena estupenda, a pesar de conocer a sus padres, tenía la viva esperanza de disfrutar un placentero momento.
—¿Y sigues en el apartamento pequeño hijo? —preguntó Ximena, mientras, al igual que ella, todos comían.
—Sí madre, no recuerdo decirte que modificara de hogar —respondió Sebastián inteligentemente.
—Lo siento hijo —rió la madre—; ¿cómo ahora ustedes dos viven juntos no? —apuntó Ximena a ambos con el dedo índice y medio de su mano derecha, su esposo tomaba un copa de vino en un trago.
—Sí —contestó Sebastián, sin comer más miró a su madre, buscaba entender a que se debía esa pregunta.
—Lo siento, como es bastante pequeño el apartamento que posees Sebastián, y pues, ahora que son dos, no solo imagino que necesitan más comodidad, también reciben dos salarios… ¿por qué tú trabajas, no, Macarena?
—Este… —dijo Macarena, con dificultad la comida pasaba por su garganta, la incomodidad puede percibirse como una piedra en el esófago.
—Macarena trabaja en su segundo libro —contestó Sebastián, como quien intercede por un conocimiento instintivo de que su respuesta puede ser más satisfactoria para alcanzar la protección del otro.
—Ahhh… —la madre arqueó las cejas hacia arriba, suspiró y continúo comiendo.
—Es decir que no hace nada —el padre rió interviniendo, Sebastián observó irritadamente a su progenitor, mientras Macarena con malestar y pena observaba hacia su plato aún lleno.
—Estoy diciendo padre que está escribiendo su segundo libro, por el momento puede no apreciarse frutos económicos, mas personales sí, además una vez finalizado estoy seguro que Macarena será reconocida tanto como por lo gran escritora que es, así como financieramente.
­—Sí hijo... —rió el padre, dándole un par de palmadas en el hombro izquierdo a Sebastián—. No como tú que a los 30 años sigues siendo un corrector de textos.

Al oír las palabras de su padre Sebastián se irritó más, no pudo evitar fruncir el ceño, bajar la mirada y apretar los labios, tomó más ensalada sin ver al hombre más adulto. Sin embargo una cierta tranquilidad le invadió, al menos era mejor que le atacasen a él y no a Macarena
—Si ahora ya existen las computadoras, ellas solas te corrigen todos los textos —machacaba la herida el padre.
—Evidentemente las computadoras no pueden hacer lo que tu hijo hace, sino, ¿cómo se pagarían el apartamento? —rió la madre, Sebastián comía y Macarena empezaba a hacer lo mismo, quería huir del hogar de los padres de su novio, todo su sistema parasimpático detectaba el peligro—. ¿Cómo tomaron la decisión de vivir juntos?
—¿Por qué le sigues dando vueltas a ese asunto madre? No es nada que te importe —contestó Sebastián con una pregunta.
—Pues si me importa, estar con alguien coarta tu libertad, además que no es bien visto que…
—¿Qué no es bien visto? ¿Qué dos personas que se aman quieran estar todo el día juntas? —Sebastián enrojeció de las mejillas debido a la rabia causada por sus padres, su pareja no hacía más que comer sin ver el rostro de ninguno de los presentes.

Al notar que su hijo cada vez se molestaba más, Ximena prefirió callar. Los cuatro se concentraron en comer, en aquel momento los dos jóvenes añoraban que finalizara tal cena pesadilla.
—Ayer que fui al Instituto Guatemalteco de Seguridad, sufro del corazón, ya saben jóvenes que la edad parece una adicción, te va consumiendo… el punto es que una joven esperaba conmigo en una larga fila, estaba tan despeinada que daba vergüenza, con ganas le decía, "se equivocó de lugar, o yo me equivoqué de lugar, pero éste no es el Centro Psiquiátrico Fernando Mora" —rió el hombre calvo al terminar el relato, Macarena intento reír en una búsqueda desesperada porque la cena no se viniera más abajo, Sebastián apretó los labios, no entendía en nada la interrupciones innecesarias de su padre.
—Hablando del doctor… ¿no has buscado a nadie Macarena para arreglar las… manchas en tu cara?

Sebastián no podía concebir lo que su madre expulsaba a través de sus boca, esas palabras eran hirientes como el ácido; con la boca entre abierta la observó con furia a quien la vida le había regalado. Macarena palideció, sintió su corazón acelerarse, su presión bajó, vio la comida que casi terminaba, temía vomitar ahí mismo.
—La medicina ha avanzada tanto; la verdad me encantan los programas médicos y creo haber oído algo sobre una cura o solución, no sé, como realmente nunca había conocido tan de cerca a nadie con ese problema —la madre rió—, pues no le he prestado mucha atención. Serías bonita sin eso, pobrecita.
—No miro el punto madre, no seas entrometida —dijo Sebastián, tomó vino que le compartía su padre—, es más… —vio su muñeca izquierda, no tenía nada en ella—, ya se nos hace tarde, olvidaba que mañana es la finalización de un plazo, así que… —se limpió la boca con la servilleta de tela—; con permiso.
—Pero… —dijo Macarena, antes que Sebastián se levantara detuvo al joven tocándole el anverso de la mano izquierda con la palma de la suya—, podemos quedarnos un tiempo más, aún falta el pastel —con una sonrisa, parecía que de pronto los comentarios de aquellos dos desconocidos poco le importaban.
—Macarena… —Sebastián pronunció el nombre de la muchacha.
—No, no, por el pastel no se preocupen, mucha comida para una noche; pero si terminemos la cena que tanto me ha costado, después ya pueden irse.

Una hora después los dos muchachos ya se encontraban fuera de la casa. Se despedían de Ximena en el mismo lugar donde les había recibido, mas las circunstancias y ellos ya no eran los mismos. Una cena incómoda, descripción corta, una cena molesta, complementaria de la anterior deducción. Incómoda y molesta.
—Espero verte de nuevo pronto Sebastián, recuerda que soy tu madre y te amo —Ximena abrazaba con fuerza a Sebastián, despidiéndose del joven, seguidamente le proporcionó un beso en la frente.

Sebastián solo le sonrió. Entraron al automóvil para no dar marcha atrás y alejarse lo más rápido posible del lugar. La mirada entristecida de Macarena no se apartó de sus manos. El joven rubio, sin saber realmente que decir, prefirió callar.

viernes, 2 de mayo de 2014

Reseña: L'important c'est d'aimer (1975)


Andrzej Zulawski es un excepcional director polaco, creador de la maravillosa película de la cual hoy comento, "Lo importante es amar". Zulawski cuenta con la brillante capacidad de llevar a sus actores al borde del desquicio, otorgando actuaciones brillantes y emblemáticas. No para todos los gustos, pero sí para los selectos.


Nadine (Romy Schneider) es una actriz a la que últimamente no le va muy bien, en medio de una interpretación en la cual para la directora no consigue transmitir amor, es fotografiada por Servais (Fabio Testi), quien se enamora de ella instantáneamente. Obsesionado con Nadine, la busca para fotografiarle como portada de una revista, conoce así también al esposo de ella, Jacques (Jacques Dutronc), de más decir que es un hombre bastante extraño y completamente desequilibrido.




A través de un contacto, Servais consigue un papel a Nadine para actuar en una obra y revilitalizar su carrera, en ella también actúa Karl-Heinz Zimmer interpretado por Klaus Kinski.


La relación de los protagonista se irá desarrollando al estilo Zulawski, Servais se relaciona con un grupo peligroso al fotografiar sesiones de orgías por lo que tendrá su toque de incertudumbre. Sin duda vale la pena darle más de una oportunidad a éste prestigiado director, todo un genio en el séptimo arte.